Todo empezó en la reunión del miércoles; unos se iban de cañones, otros de simas por Cantabria, y un grupo de gente quería ir a la Cueva del Asno en plan familiar, con los niños, los cuñados y la tortilla.
Esta fue mi primera cueva, hace ya más de cuatro años, y aunque en un principio no había pensado ir por no tener que faltar en el trabajo, al final me animé y conseguí ese día libre. A las ocho de la mañana, Rykky me recogió en casa junto con su hijo Sergio y con Álvaro, un amigo de la familia. A eso de las once de la mañana llegamos al Km. 103 y nos encontramos allí con el resto del grupo: Juan Carpintero, Luis con su niña Raquel, sus cuñados Carolina y Raúl y Josep ( todos estos amigos de Luis).
Nos pusimos en marcha camino de la cueva animados con la conversación y juegos de los walquis de los niños, Sergio y Raquel, que los cogieron y no los soltaron hasta que se gastaron las pilas!
Lo primero que hicimos al llegar fue acercarnos a la boca, cerciorarnos de que seguía allí y hacer fotitos. Después pensamos vestirnos y entrar pero Juan no nos dejó; extendieron entre él y Luis mantas y nos invitaron a imitarlos, es decir, sacar comida y tranquilamente degustarla; no había prisa, teníamos por delante un día estupendo de sol y sin agobios.
Al terminar el almuerzo nos preparamos con mono interior, mono exterior, casco y luz; no hace falta más, bueno sí, muchas ganas de pasar unas cuatro horas super entretenidas con el grupo en general pero sobretodo con las ocurrencias de Raquel y "el culebrilla" Sergio, que se escapaba como agua en un cesto.
Del desarrollo de la cueva seguro que cualquiera de los tres del club, o cualquier otro, os pueda indicar mejor que yo los detalles, ¿lo digo por mi bien conocida desorientación?. Yo os hablaré de la buena impresión que me causó la visita también esta vez, (os recuerdo que es la 1ª cueva que había hecho, allá en el 2004). Pues he notado cambios positivos en mis movimientos, voy más segura caminando, el casco de espeleo es más cómodo y estrecho que el de obra y oposité mejor. De lo único que me acordaba era de la famosa ventana con vistas al Duero y a la que todos nos asomamos.
Al dejar el paso de la ventana nos encontramos una pareja de espeleólogos con pico y pala, decían que venían de ver si una sala tenía tirada, pero no, hartos de sudar habían descubierto decepcionados que no, por cierto, eran sorianos.
Lo más impresionante de la cuevecita justamente lo vimos al final, la última sala estaba repleta de murciélagos, había por lo menos 40 murciélagos y todos revoloteando a nuestro alrededor, hasta que cansados de las fotos de Rykky y Luis, de las luces de todos y de que Sergio les pusiera el brazo para que se posaran en él a modo de halcón, se metieron por unas ranuras y uno a uno se fueron yendo hasta que nos quedamos solos, callados y en silencio.
La vuelta, como siempre, se hizó más rápido pero siempre entre risas y diversión. Salimos a las 4:00 más o menos, o sea, unas 3:30 horas dentro.
Al salir pues nada, más de lo mismo, cambio de ropa y manta y comida. Esta vez más sustanciosa, una tortillita por aquí, unos filetitos por acá, ensaladita por ahí, bueno, de todo, hasta vino y cerveza corrió por la mesa....
Para broche final café en un hotel chulín al que nos llevó Luis, café y tertulia para finalizar el buen día que habíamos echado en la cueva del Asno y con amigos.
Gracias a todos, majetes.
TRINI.
Esta fue mi primera cueva, hace ya más de cuatro años, y aunque en un principio no había pensado ir por no tener que faltar en el trabajo, al final me animé y conseguí ese día libre. A las ocho de la mañana, Rykky me recogió en casa junto con su hijo Sergio y con Álvaro, un amigo de la familia. A eso de las once de la mañana llegamos al Km. 103 y nos encontramos allí con el resto del grupo: Juan Carpintero, Luis con su niña Raquel, sus cuñados Carolina y Raúl y Josep ( todos estos amigos de Luis).
Nos pusimos en marcha camino de la cueva animados con la conversación y juegos de los walquis de los niños, Sergio y Raquel, que los cogieron y no los soltaron hasta que se gastaron las pilas!
Lo primero que hicimos al llegar fue acercarnos a la boca, cerciorarnos de que seguía allí y hacer fotitos. Después pensamos vestirnos y entrar pero Juan no nos dejó; extendieron entre él y Luis mantas y nos invitaron a imitarlos, es decir, sacar comida y tranquilamente degustarla; no había prisa, teníamos por delante un día estupendo de sol y sin agobios.
Al terminar el almuerzo nos preparamos con mono interior, mono exterior, casco y luz; no hace falta más, bueno sí, muchas ganas de pasar unas cuatro horas super entretenidas con el grupo en general pero sobretodo con las ocurrencias de Raquel y "el culebrilla" Sergio, que se escapaba como agua en un cesto.
Del desarrollo de la cueva seguro que cualquiera de los tres del club, o cualquier otro, os pueda indicar mejor que yo los detalles, ¿lo digo por mi bien conocida desorientación?. Yo os hablaré de la buena impresión que me causó la visita también esta vez, (os recuerdo que es la 1ª cueva que había hecho, allá en el 2004). Pues he notado cambios positivos en mis movimientos, voy más segura caminando, el casco de espeleo es más cómodo y estrecho que el de obra y oposité mejor. De lo único que me acordaba era de la famosa ventana con vistas al Duero y a la que todos nos asomamos.
Al dejar el paso de la ventana nos encontramos una pareja de espeleólogos con pico y pala, decían que venían de ver si una sala tenía tirada, pero no, hartos de sudar habían descubierto decepcionados que no, por cierto, eran sorianos.
Lo más impresionante de la cuevecita justamente lo vimos al final, la última sala estaba repleta de murciélagos, había por lo menos 40 murciélagos y todos revoloteando a nuestro alrededor, hasta que cansados de las fotos de Rykky y Luis, de las luces de todos y de que Sergio les pusiera el brazo para que se posaran en él a modo de halcón, se metieron por unas ranuras y uno a uno se fueron yendo hasta que nos quedamos solos, callados y en silencio.
La vuelta, como siempre, se hizó más rápido pero siempre entre risas y diversión. Salimos a las 4:00 más o menos, o sea, unas 3:30 horas dentro.
Al salir pues nada, más de lo mismo, cambio de ropa y manta y comida. Esta vez más sustanciosa, una tortillita por aquí, unos filetitos por acá, ensaladita por ahí, bueno, de todo, hasta vino y cerveza corrió por la mesa....
Para broche final café en un hotel chulín al que nos llevó Luis, café y tertulia para finalizar el buen día que habíamos echado en la cueva del Asno y con amigos.
Gracias a todos, majetes.
TRINI.