Este verano nos apetecía hacer unos barranquitos, así que nos decidimos por el Artazul y el Licebar en Navarra. Otros katiuskas los han hecho recientemente, y se supone que tenían poca agua o que están secos, así que nos decidimos a hacerlos. Esta vez estamos Fernando del GEGET, Juanfe, Nuria y yo (rover). Dormimos en mi casa en La Rioja, puesto que yo estaba de vacaciones allí y más o menos al resto le pillaba de camino a Navarra, que es donde están los barrancos.
Ni cortos ni perezosos, nos dirigimos al nacedero de Arteta, donde acaban ambos barrancos, a dejar uno de los coches, para luego ir al comienzo del Artazul, que yo reconocí de inmediato, puesto que el año pasado con los otros katiuskas intentamos hacer el Artazul en Semana Santa, que tras lluvias torrenciales e inundaciones estaba a rebosar y tuvimos que abortarlo tras los primeros rápeles. Esta vez tiene un poco menos de agua: nada, está seco por completo, si exceptuamos las pozas de agua verde y negra llenas de renacuajos... Daba un poco de asco, pero nos acabamos tomando nuestra dosis para todo el año de L-caseis-inmunitas y demás familia de bacterias...
La sorpresa estaba al final del barranco, en el último rápel, que es el más largo, de 40-42 metros, para el que llevábamos dos cuerdas de 45 y 47 metros. Pues bueno, las cuerdas no llegaban: ambas habían encogido bastante, una se quedaba a medio metro del suelo (justito para poder bajar sin problemas) y la otra a 3 metros!!! A la vuelta ya en casa Juanfe las midió y confirmó el encogimiento... ¡hay que revisar, medir y re-etiquetar las cuerdas!.
Después del Artazul se supone que teníamos que subir por una sendita al Licebar, que acaba junto al Artazul, pero los L-caseis y las cuerdas encogidas nos quitaron las ganas, así que nos dirigimos al coche, y a nuestro destino, Egino (País Vasco), donde mañana haríamos el barranco-cueva de La Leze.
La Leze
Llegamos de día y con tiempo suficiente para hacer la prospección habitual de iglesias con pórticos para dormir, e incluso para ir a ver la salida de la cueva de la Leze. Con los deberes hechos para el día siguiente, fuimos a buscar un bar, a tomar algo y que Fernando pudiera comprar tabaco, se le había mojado en el Artazul, y necesitaba repuestos urgentemente. La cosa no resultó sencilla, Egino no tenía bar, el más cercano estaba cerrado, y los pueblos de los alrededores tampoco tenían... acabamos en un pueblo cercano de Navarra, que tenía un único bar.
Al día siguiente tras desayunar en el merendero que hay junto a La Leze, comenzamos a subir por la senda que sale a la izquierda de la boca. Hay que subir toda la montaña y bajar al otro lado, donde está otra boca igual de grande o más que la salida, un gustazo para la vista. El camino se hace entre 1h y 1h45', nosotros lo hicimos en 1h30' parando un par de veces, la subida es bastante dura, y cuando llegas arriba hay que bajar todo lo que has subido... muy empinado. Bonito es un rato largo, es un bosque muy cerrado, todo lleno de musgo verdísimo.
La cueva es una perita en dulce... es un auténtico y genuino barranco, con bastante agua todo el año, que discurre por una cueva, con una única y amplia galería de techo altísimo por la que va el río. La travesía se hace corta, para cuando te quieres dar cuenta, en hora y pico, ya estás viendo luz natural, aunque todavía faltan bastantes rápeles, la boca de salida es grandísima, y entra luz bastante antes de llegar a la salida. Realmente, una chulada. rover
Ni cortos ni perezosos, nos dirigimos al nacedero de Arteta, donde acaban ambos barrancos, a dejar uno de los coches, para luego ir al comienzo del Artazul, que yo reconocí de inmediato, puesto que el año pasado con los otros katiuskas intentamos hacer el Artazul en Semana Santa, que tras lluvias torrenciales e inundaciones estaba a rebosar y tuvimos que abortarlo tras los primeros rápeles. Esta vez tiene un poco menos de agua: nada, está seco por completo, si exceptuamos las pozas de agua verde y negra llenas de renacuajos... Daba un poco de asco, pero nos acabamos tomando nuestra dosis para todo el año de L-caseis-inmunitas y demás familia de bacterias...
La sorpresa estaba al final del barranco, en el último rápel, que es el más largo, de 40-42 metros, para el que llevábamos dos cuerdas de 45 y 47 metros. Pues bueno, las cuerdas no llegaban: ambas habían encogido bastante, una se quedaba a medio metro del suelo (justito para poder bajar sin problemas) y la otra a 3 metros!!! A la vuelta ya en casa Juanfe las midió y confirmó el encogimiento... ¡hay que revisar, medir y re-etiquetar las cuerdas!.
Después del Artazul se supone que teníamos que subir por una sendita al Licebar, que acaba junto al Artazul, pero los L-caseis y las cuerdas encogidas nos quitaron las ganas, así que nos dirigimos al coche, y a nuestro destino, Egino (País Vasco), donde mañana haríamos el barranco-cueva de La Leze.
La Leze
Llegamos de día y con tiempo suficiente para hacer la prospección habitual de iglesias con pórticos para dormir, e incluso para ir a ver la salida de la cueva de la Leze. Con los deberes hechos para el día siguiente, fuimos a buscar un bar, a tomar algo y que Fernando pudiera comprar tabaco, se le había mojado en el Artazul, y necesitaba repuestos urgentemente. La cosa no resultó sencilla, Egino no tenía bar, el más cercano estaba cerrado, y los pueblos de los alrededores tampoco tenían... acabamos en un pueblo cercano de Navarra, que tenía un único bar.
Al día siguiente tras desayunar en el merendero que hay junto a La Leze, comenzamos a subir por la senda que sale a la izquierda de la boca. Hay que subir toda la montaña y bajar al otro lado, donde está otra boca igual de grande o más que la salida, un gustazo para la vista. El camino se hace entre 1h y 1h45', nosotros lo hicimos en 1h30' parando un par de veces, la subida es bastante dura, y cuando llegas arriba hay que bajar todo lo que has subido... muy empinado. Bonito es un rato largo, es un bosque muy cerrado, todo lleno de musgo verdísimo.
La cueva es una perita en dulce... es un auténtico y genuino barranco, con bastante agua todo el año, que discurre por una cueva, con una única y amplia galería de techo altísimo por la que va el río. La travesía se hace corta, para cuando te quieres dar cuenta, en hora y pico, ya estás viendo luz natural, aunque todavía faltan bastantes rápeles, la boca de salida es grandísima, y entra luz bastante antes de llegar a la salida. Realmente, una chulada. rover